martes, 30 de junio de 2020

Pensando

Las 10 de la noche, sentada en la terraza con los cascos puestos a tal volumen que si se cae la casa no me voy a enterar, mi mente no es capaz de parar, hoy he tenido la última reunión del curso ( por ahora ) dentro de quince días veremos que nueva normativa sale y tal vez tengamos que volver al trabajo, es lo que hay y dando gracias por tener un trabajo.

Otros años un día como hoy me he inventado mil excusas para no ir a la comida de fin de curso, no porque mis compañeros me caigan mal, los quiero mucho, además de compañeros muchos son amigos. Pero no me gustan las reuniones de mucha gente en las que te tienes que arreglar.

Este año no he tenido que poner excusas ni en la de navidad por tener la pierna escayolada ni en esta por la situación que tenemos.

Pero no soy capaz de desconectar, mi mente no deja de pensar en trabajo, me he sentado en la terraza y me he puesto a revisar los casi 700 correos que tenía, alguno de ellos sin abrir.

Llevo desde marzo teletrabajando y mi casa se ha convertido en mi puesto de trabajo, no puedo llegar a casa y olvidarme de las programaciones, los estándares, los informes y los miles de correos, que tengo 4 correos activos en el teléfono.

Es el verdadero problema del teletrabajo. Antes cuando llegaba a casa me quitaba la ropa, encendía la radio y hasta el día siguiente y ahora todo es uno.

Se ha creado un debate ahora sobre si la empresa ha de pagar la conexión y el ordenador al trabajador por quedarse en casa y según lo piensas parece una buena idea, porque yo me he tenido que comprar un pc nuevo en estos meses y una impresora que han muerto poco a poco, he utilizado mi conexión a internet y mi luz, calefacción, aire acondicionado estos últimos días, visto así es genial, la empresa me lo paga y yo trabajo desde casa, en pijama, porque seamos sinceros, nadie se arregla para trabajar desde casa que yo ha habido días que ni me he quitado el pijama.

Pero y es que esta vida está llena de peros, a eso de que la empresa me pague todo para que yo me quede en casa le veo miles de desventajas, empezando porque mi trabajo es imposible desde casa a no ser por un confinamiento general, algo que dudo que se vuelva a producir, pero que otras personas por las características de sus trabajos si podrían hacer le veo los mismos problemas, los cuales expongo a continuación:

Si la empresa paga la conexión a internet será suyo? podré utilizar dicha conexión cuando no trabaje para ver películas en alguna plataforma de pago o lo que me de la gana, siempre en mi tiempo libre?
Si la empresa paga mi pc y mi linea de teléfono la podré usar después para lo que quiera?
Y la luz, al agua, la comida si me pagan dietas, cómo lo hago? El menú tiene que ajustarse a lo que me pagan ellos o puedo pedir un día unos langostinos?

A mi eso de vivir en la oficina no me gusta, pero que encima todo sea de ellos y tenga que justificar si me paso con la calefacción o veo  una peli de taquilla un día no me mola, me parece vivir en un estado controlado en todos los aspectos de mi vida y me parece mucho más estresante.

Y si no vivo sola, los demás pueden usar todos lo que paga la empresa? y si en casa dos teletrabajan , lo pagan dos veces o la conexión es mejor?

No sé que responder a todas esas preguntas, que el teletrabajo ha venido para quedarse está claro, que trae muchas ventajas a las personas que decidan o puedan optar a él también lo pienso, pero que hace que trabajemos más y nos tengan también más controlados aunque no estemos todos en el mismo edificio me parece obvio.

Supongo que como todas las cosas, tendrá un proceso y poco a poco se irá adaptando a nuestra forma de vivir y de pensar.

 Yo esta tarde he estado trabajando desde mi terraza que desde luego es mucho más cómoda que mi clase.



lunes, 29 de junio de 2020

" Que vienen los franceses "

Tengo ciudafóbia, lo reconozco, voy a patentar el término, desde que se han abierto las fronteras entre las comunidades voy por la calle intentando identificar a los que se van a cruzar conmigo, cosa difícil que con las mascarillas somos todos casi iguales. Además de habernos vuelto todos medio gangosos que es muy difícil vocalizar con un trapo metido en la boca todo el día.

Pues eso, que me he vuelto ciudafóbica y me da miedo cruzarme con todos los que han salido de estampida de las ciudades después de sus encierros en esos mini pisos en los que viven la mayoría, porque pocos son los que tiene casa de más de 100 m cuadrados y con todo exterior. La mayoría viven en edificios colmenas en calles estrechas, llenas de tráfico y polución, porque los pisos de las ciudades son como las habitaciones de los hoteles, solo para dormir, el resto del día lo pasan en el transporte público o trabajando.

Yo sin embargo vivo en un pueblo en el que el concepto de casa es algo así como " burro grande ande o no ande "

Mi costillo que se ha criado en grandes ciudades siempre quiso vivir en un pueblo y cuando nos compramos la casa el constructor que si te lo cruzas en el metro le das una propina, nos dijo:

- " Y aquí va la chimenea "
- " ¿ La chimenea ? dijimos los dos a coro. Pero si no hemos pedido una chimenea.
- " Ah, dijo él, os la voy a cobrar igual la pongáis o no.

Y allí que se puso la chimenea, que habremos encendido como 10 veces en 20 años, que tuvimos que aprender a encenderla por que no es como en la películas que arrimas una cerilla y sale el fuego perfecto ya con brasas y todo.

El caso en que nosotros vivimos en un pueblo, algo que hasta hace unos meses era un coñazo seamos claros, que si querías unos zapatos o ropa que no fuera del chino tenemos que hacer 70 km para comprarla.

 Pero que cuando el mundo se para y nos encierran a todos en casa resulta que se convierten en auténticos palacios, porque aunque es un pueblo, tenemos fibra, todos los canales de pago que puedas pagar, tiendas de informática y de alimentación y una casa grande, tan grande que puedes hacer deporte subiendo y bajando los 32 escalones, recorrer la cochera como un ratón encerrado, encender esa chimenea que antes ni mirabas, jugar al baloncesto donde antes estaban los coches, sentarte en una tumbona en el patio arropada a una manta o achicharrada de calor dependiendo del día.

Los que tienen la suerte de vivir en una gran cuidad y tardar 2 h en llegar el trabajo apiñados en el bus o en el metro no tienen chimenea.

Esa gente el lunes pasado hizo una carrera a ver cual llegaba antes a la casa de la abuela, que llevaba sin abrirse miles de años, naturalmente sin internet y sin las comodidades que tenemos los que pasamos aquí las 4 estaciones, pero con más metros que en la que han estado encerrados todos estos meses.

Y yo los comprendo, incluso habría hecho lo mismo que ellos, salir corriendo para que me entre la luz por la ventana cuando me despierto, para ver algo que no sea hormigón cuando asomo la nariz por la puerta de casa, pero a mi me dan miedo.

No porque me vayan a hacer nada, me dan miedo por venir de otros lugares en los que la enfermedad ha estado más activa, a poblaciones en las que llevábamos tiempo con pocos casos, ojo, pocos, no ninguno, porque en los pueblos también se muere la gente, aunque a algunos les sorprenda y cuando les informas de la muerte de un ser querido por este virus, te respondan con un:

- " Yo creía que en los pueblos no pasaba "
- " Claro corazón, porque el virus es urbanita y le gusta la contaminación más que los olivos y los castaños, le contestamos.

Y los de las ciudades nos han invadido como cuando era pequeña y todos los de mi pueblo que se habían criado en los suburbios de las ciudades francesas venían a pasar el mes de agosto con su castellano chapucero mezclado con su francés con acento extremeño.

Aparcan donde les da la gana, da igual que sea doble o triple fila, que hoy se ha enfadado uno cuando le he dicho que no me iba a subir a dos ruedas a la acera porque él quisiera dejar medio coche en la calle en vez de en el aparcamiento, van sin mascarillas, no todos, a modo me tapo la barba sin afeitar o la guardo en el bolsillo que seguro que así no la desgasto y entro en los sitios sin ella. Ya van tres tiendas en los que he visto como se les llamaba la atención por no ponérselas.

Y sí, me produce ciudafóbia, por su comportamiento y su falta de respeto, porque yo no digo que ellos tengan  el virus, que 7 de cada 10 que lo tienen son asintomáticos y a lo mejor lo tengo yo, pero con su falta de respeto y su actitud chulesca lo que van a conseguir es que corra entre todos y no lo paremos nunca, y que cuando se les terminen los días de descanso y tengan que volver a sus mini colmenas los que no podemos irnos nos vamos a quedar en un pueblo marcado por las nuevas cifras y un rebrote que nos va a hacer volver a fases anteriores y perder posibilidades de hacer una vida normal.

Trabajo y Prevención Castilla y León on Twitter: "#COVID19 ...

viernes, 26 de junio de 2020

" Cosas que me pasan "

Esta mañana estaba tranquilamente pidiendo un café cuando se me ha ocurrido hacer una simple pregunta general sobre un suceso que estaba ocurriendo 300 m por encima de donde estábamos y como suele pasar en las barras de los bares otro que estaba allí me ha contestado a mi pregunta cotilla.

No le he dado más importancia y me he ido a la terraza, que las temperaturas ya son de pleno verano y lo que apetece es sombra y café con hielo.

Nada más sentarme en la terraza el hombre que ha respondido a mi duda se ha acercado a mi mesa y sin preguntar se ha sentado a darme más conversación que yo no le había pedido.

Yo estaba esperando a una compañera de trabajo para comentar unas cosillas, tenemos permiso para trabajar todo lo que sea posible fuera del centro y nos lo hemos tomado al pie de la letra. En una terraza se trabaja mejor.

Y allí estaba yo, con el teléfono pitando por trabajo, el café calentándose y el desconocido hablando de política. 39 mejores imágenes de gifts | Imagenes animadas, Buenos días ...

Mi mente solo hacía que gritar, ¡ Vete, vete, vete !  ¡ Que se vaya él ! Que no hay más sombra y todo tipo de frases que me impedían escuchar su charla política y hacía que me mordiera la lengua.

Lo normal es que le hubiera mandado a la mierda y dicho que me molestaba su presencia, pero no lo he hecho y no sé por qué.

El colmo ha sido cuando ha tocado mi teléfono que estaba encima de la mesa, ¿ Por qué tocas ? Gritaba mi mente, como en esa serie que ven todos los adolescentes de España.

Sin cortarme un pelo he abierto el bolso, he sacado un bote de hidrogel y me he puesto a limpiar el teléfono y mis manos hasta casi desgastar la piel.

Los que me conocen saben que soy una escrupulosa, además me gusta mantener un espacio entre las personas y yo. Me han dicho que es una reminiscencia de nuestros ancestros los que vivían en las cuevas. Nada más y nada menos.

Una vez fuimos al campo todos los amigos a pasar el día y solo me faltó la barra de luz de los guardias y el silbato, según iban llegando los amigos los iba indicando donde debían dejar el coche para que ningún otro grupo de campistas se acercara a nuestra zona de recreo,  creé un circulo como en las películas del oeste cuando colocaban las caravanas para defenderse de los indios.

El señor que ha invadido mi mesa y mi momento, solo se ha dado por aludido de que allí no pintaba nada cuando ha llegado mi compañera y se ha sentado, entonces se ha levantado, se ha llevado su teléfono con el vídeo político que pretendía que yo viese y me ha dejado en paz.

Después en casa me he puesto a pensar en que señales le habría dado yo para que él pensase que me apetecía tener una conversación de política  y no he encontrado ninguna, de todas formas la próxima vez que quiera enterarme de lo que pasa en algún lugar procuraré hacer la pregunta a un conocido en vez de generalizarla para todos los que estén cerca.

jueves, 25 de junio de 2020

" Seguro, posible o imposible "

La infancia y la adolescencia marcan el carácter de las personas, las mías no fueron de lo más normales, los primeros años los pasé entre gallinas, cerdos y secaderos, con personas buenas de corazón que me apreciaban y querías como yo a ellos.

Al cambiar de lugar de residencia mi adaptación a las nuevas normas sociales fue difícil, de poner cepos para cazar pájaros, correr descalza y buscar las culebras en vez de huir de ellas, pasé a sentarme en la puerta de las " nuevas amigas " a escuchar canciones de unos melenudos llamados " los pecos " y dar paseos viendo de lejos a los del género opuestos que ahora parecían el enemigo y antes solo eran uno más para jugar. 

Miles de lágrimas e intentos por parte de mi madre para que saliera, que hasta me castigaba a irme a la calle, empezaron a dar resultado y cuando me empezaba a integrar unos años después me tuve que poner un aparato ortopédico que me río yo de los bracket que llevan ahora todos. 

Otra vez volvimos a empezar, esta vez no estaba sola, algunas amig@s estaban a mi lado y me apoyaban, con todo y con eso comprendí que era mejor partir la cara al primero que se le ocurría decirme algo delante de todos que aguantar mil insultos, funcionaba casi siempre y al último que le demostré que no me gustaban los insultos estaba ya cerca de la mayoría de edad.

Quizás todo esto me ha hecho ser como soy, ser capaz de afrontar los problemas y enfrentarme a todo, no rendirme, ser agotadora, como dice una amiga, comprar tela para hacer mascarillas hasta que me salgan perfectas, después no volveré a hacer ninguna, igual que me ha pasado con las mochilas, los patrones de vestidos y faldas, la marquetería, el macrame y miles y miles de cosas. 

Con los estudios hago lo mismo, en la primaria le dijeron a mi madre que era difícil que fuese capaz de terminar el instituto, lo hice, sin repetir y me fue más que bien en la carrera, las oposiciones y en el trabajo. 

Soy el azote de mis hijos, lo reconozco, ellos no han tenido que luchar a lo largo de su vida ni la mitad que lo tuve que hacer yo y cuando han tenido un problema no se lo he resuelto, les he dado los instrumentos para que ellos lo hicieran. Es así como se aprende o por lo menos eso creo yo, de nada sirve esconderlos detrás de mis faldas y luchar yo sus guerras.

Pero ellos no siempre entienden mi actitud y se enfadan conmigo, creo que piensan que han tenido mala suerte con la madre que les ha tocado.

Hoy algún vecino se habrá reído un rato de mi al escucharme como intentaba hacer entender a uno de mis hijos la necesidad de estudiar todos los temas que le van a entrar en un examen la semana que viene, a tal punto ha llegado la bronca que he sacado un puñado de rotuladores y le he preguntado si era posible, imposible o seguro que siempre se librase de seleccionar el rojo sin mirar.

- No es seguro que de todos los rotuladores nunca selecciones el rojo, cariño, le he dicho. Es decir que si no te estudias dos temas tienes muchas posibilidades de que los dos que salgan a sorteo sean esos que no te sabes y termines suspendiendo el examen.

Se ha enfadado, me ha dicho que no se los iba a estudiar y ante todos los gritos y negativas por su parte y la mía, he tirado de pedagogía y lo he castigado sin salir y sin tele hasta que se los sepa.

Espero equivocarme y la semana que viene cuando haga el examen me diga cuanta razón tenía él y cuanto me equivocaba yo, pero lo dudo. Le podría haber dejado que se diese cuenta el día del examen e incluso suspender, pero se juega demasiado como para que aprenda así esta vez y he preferido ser yo la macarra

El último año de carrera, un listo de mi clase hizo un cálculo y decidió que de todo el temario de psicología que entraba en el examen final " sólo " teníamos que estudiarnos 11 preguntas, casi toda la clase hizo caso a su probabilidad y no miraron nada más del temario, yo que soy un poco escéptica decidí leerme todo el temario y acerté. 

En las oposiciones tres años seguidos salió el mismo tema, cuando decían el número a los veteranos nos daba la risa. Había gente que pensaba que no era posible que volviese a caer otra vez y no se lo volvieron a estudiar.

Y es que en esta vida, todo el mundo tendría que estudiar probabilidad y estadística.
Todo el mundo tendría que jugar descalzo en la niñez y buscar culebras.
Todos los que sufren insultos o son discriminados por un defecto o una característica que los diferencia de los demás tendría que partir la cara a alguno de esos macarras. 

Y desde luego todos o casi todos tendríamos que ser cabezones e intentar hacer las cosas mil veces hasta que queden perfectas. Espero que mis hijos con el tiempo entiendan esto y estudien y hagan todas las cosas para intentar obtener un 10 aunque luego solo saquen un 5, porque lo habrán intentado.

Resultado de imagen para estadistica y probabilidad para niños ...


martes, 23 de junio de 2020

Raíces

Esta mediodía me he puesto en plan jardinera, después de toda la mañana corriendo de un lado para otro, que desde que estamos en la nueva normalidad he vuelvo a necesitar 48 h para poder hacerlo todo otra vez, ir al trabajo, entregar documentación,  he ido tres veces, cada vez se me había olvidado algo, hacer la compra y alguna cosilla más, he llegado a casa casi a las 13,30 h y en vez de ponerme a hacer la comida o volvíamos a comer bocadillo, me he ido a la terraza, que aún no parecía una sauna, del calor que suele hacer toda la tarde ¡¡¡ a cambiar macetas !!!

La jardinería no es lo mío, durante más de diez años esa zona de la casa era algo olvidado, lleno de macetas con plantas secas, pero después las tiré todas, no me planteé arreglarlas, simplemente fueron todas a la basura y poco a poco he ido poniendo nuevas, que me acuerdo de regar casi todas las semanas.

Hace unos años me regalaron una trepadora que en teoría crecía sola, no había que hacer nada, tan al pie de la letra me lo tomé que la pobre trepadora se murió.

En pleno confinamiento con esas ansias de que me diera el aire salí un día al patio y la arranque de la jardinera, tirándola con otros restos en un macetero para que hicieran de abono cuando fuese a la tienda a por otra victima de mi entretenimiento.

Eso ha sido hoy, he comprado cactus, de los que no pinchan, como lo que había dejado en la maceta no se había movido, lo he ido a quitar para tirarlo a la basura, cual ha sido mi sorpresa al ver que habían echado raíces y estaban creciendo libremente. Me ha dado pena tirarlo y lo he vuelto a plantar en otra maceta a ver si es verdad que crece solo y llena la pared de la terraza.

Después me he confiado y he ido a tirar todo lo demás que quedaba y me he hecho sangre con una espina de un tallo del rosal que estaba más que seco, pero acechaba como un traidor para hacerme daño.

Y es que las plantas son como las personas, las hay que te lo dan todo sin que se lo pidas, que aunque te olvides de ellas, resisten y crecen agradecidas para que si un día vuelves estén allí listas para contemplarlas y otras son como los tallos de las rosas, que parecen bonitas pero que en cuanto te descuidas te clavan las espinas incluso cuando ya están muertas hace tiempo, hasta te hacen sangrar.

Esta mañana me salía sangre de la yema del dedo, lo he limpiado con la manguera y después he seguido trabajando con la tierra, a lo mejor se me infecta el dedo, pero no he parado de cuidar a la trepadora que me pedía a gritos, si hubiera podido hablar, que la sembrase en una jardinera y la cuidase un poco más.   

En cuanto a los rosales he tomado la decisión de no dejarlos entrar más en mi casa, así por lo menos evitaré otro pinchazo en los dedos.


miércoles, 17 de junio de 2020

" Último día de clase "



Hoy terminan las clases y mientras preparaba las bolsas con las cosas que se habían dejado mis alumnos en clase he visto el calendario parado en el tiempo, el 13 de marzo y se me han saltado las lágrimas, por una despedida tan triste y eso que a mi no me gustan mucho las grandes fiestas en el colegio, hace demasiado calor, los críos se ponen nerviosos, mil sitios y mil cosas que atender, cuando terminan las fiestas me vengo a casa y me acuesto porque termino agotada.

Pero este año ha sido el más triste de los veinticinco años que llevo trabajando, ni el año que me dieron la baja porque mi mente y mi cuerpo se rindieron y tardé tres meses en poder volver a leer sin marearme me dio tanta pena, por lo menos los escuchaba reírse, deslizarse en la famosa lona impregnada de jabón y con la manguera de agua que tanto les gusta.

Este año no ha habido nada, solo algunas madres que habían sido citadas para recoger el material y que al oírlas salíamos a saludarlas.

Así no podemos seguir, así lo único que vamos a conseguir es tener niños tristes que no quieren salir porque no les dejamos jugar con los otros niños, ni sentarse en los bancos, ni tocar a nadie.

Anoche cuando escuché las noticias entré en pánico, otra vez un brote en Pekín y la gente más preocupadas por poder ir a las playas y que vengan los turistas.

No puedo entender a los que han parado en el aeropuerto cuando han intentado entrar sin permiso en España.

Y si todo eso fuese poco, mucho estaban tardando los anti vacunas en salir a decir tonterías como que nos van a meter con la vacuna un localizador que va a saber donde estamos en todos momento, PERO SI YA LO LLEVAMOS y lo pongo con mayúsculas por si alguien no lo sabía, se llama teléfono y hay algunos que en vez de uno tienen dos.

Cuanta tontería puede llegar a decir la gente que no está realmente en el mundo, los que se aburren o les gusta crear mal ambiente.

A ver si empezamos a darnos cuenta de lo importante que es para los niños el contacto físico con otras personas, la necesidad de todos o casi todos de sentir y abrazar a los amigos, a las personas que queremos, no quiero vivir así durante años, aterrorizada pensando en que mis hijos salgan un rato con sus amigos y al volver puedan venir con el virus, no quiero vivir sin poder dar un abrazo a una amiga que ha sido una gran compañera y que casi seguro que no vuelvo a ver.

No quiero ir con miedo a la clase de una compañera a ayudarla con un problema con el ordenador y rociar con desinfectante todo antes de tocarlo.

Necesito volver a mi vida normal a enfadarme cuando me toque una zona de patio a pleno sol y se mastique el polvo, porque eso me demostrará que he vuelto a la vida normal y no tendré que despedir a mis alumnos en la puerta de mi casa cuando vienen a recitarme una poesía con sus mascarillas puestas y yo no hago otra cosa más que llorar porque no los puede tocar.

martes, 16 de junio de 2020

Se vende

Las rutinas van cambiando y desde que tenemos teléfonos con conexión a internet, nos hemos acostumbrado a tenerlo en la mano y cuando esperamos a entrar en la consulta o en las colas que hay que hacer ahora, cuando ponen anuncios en la tele o nos aburrimos casi todos miramos la pantalla para pasar el rato, es la nueva prensa, o la forma de perder el tiempo. 

A mi me gusta buscar información sobre las películas o las series que estoy viendo, pero reconozco que también pierdo mucho tiempo enredando simplemente, viendo vídeos tontos o leyendo las noticias de google. 

El otro día pensaba que los adolescentes de ahora por lo menos leían en internet, luego dediqué un rato a mirar a los dos que tengo en casa y me dí cuenta que ni eso, que solo ven vídeos que no tienen que leer o juegos, es una pena, donde esté un buen libro que se quiten todos los vídeos del mundo.

Me tiene enganchada ahora un libro, que es el cuarto, ya no es trilogía, sobre una saga, la autora seguro que se leyó igual que yo en el instituto, por obligación , como yo, el libro 1984 y después decidió reescribir el mismo libro pero en plan futurista y cosas del marketing va por el cuarto libro con la misma temática que el original. 

En fin que me disperso, en uno de esos momentos de aburrimiento tuve que parar y volver a leer el anuncio de una tienda de venta online que ahora se anuncia mucho por la mala prensa de un virus que ha venido de por allí. 

En esa tienda han decidido vender, lo voy a poner literalmente " Mujer de talla grande sin costuras " pongo la foto porque me parece una buena oferta al 70% .


Hombre, yo sé que las mujeres de talla grande resultamos atractivas a un sector de la población ,       igual que las de talla pequeña a otro sector y las medianas, que para gustos los colores, pero que nos pongan de oferta me ofende. Al mismo precio que las demás por favor.   

Al que ha puesto el anuncio le ha pasado lo mismo que a mi hace unos años, recién llegada a  mi barrio, cuando escribí una nota para reunirnos todos los vecinos para hablar " Sobre el mantenimiento y limpieza de las chocheras " Así tal cual lo puse en los 27 buzones de mis nuevos vecinos, con mi nombre y apellidos firmando el escrito. 

A mi me da que algunos todavía se ríen cuando me ven pasar con el coche por las chocheras claro y con toda la razón del mundo, yo también lo haría,          

El pobre que ha puesto a la venta mujeres de talla grande sin costuras puede que tenga problemas muy serios con la justicia, lo mío se quedó en una anécdota  que me hizo morirme de vergüenza durante meses cuando me cruzaba con los vecinos y que a lo mejor fue la razón por la que seguimos con los mismos problemas en las cocheras veinte años después, porque a la reunión solo vinieron tres personas que ya sabían de la cita antes de leer la nota.         
                      

viernes, 12 de junio de 2020

El poder en sus manos.

7,30 de la mañana, un ruido ensordecedor me hace despertar, no es el despertador que le tengo puesta una canción, que acabaré odiando porque le tengo programado para cada media hora.

El ruido procede de la calle, es el señor de la segadora eléctrica, suena como las motos de cross pero más rato y debajo de mi ventana.

Es lo malo de vivir frente a unas antiguas huertas, el terreno es tan fértil que por mucho que corten la hierba sigue creciendo. Tengo claro que si necesitamos un huerto ese será el mejor lugar.

Ante mis ojos el segador parece que disfruta con sus grrrm ruuunm y mil maneras más de acelerar la máquina, además de dejar todos los coches que hay aparcados en modo camuflaje, hasta arriba de hierbas desparranadas por el cristal, las puertas, el techo...

Le he hecho una foto al pobre hombre pensando en escribir autenticas barbaridades sobre él en esta entrada, pero mientras hacía la foto me he dado cuenta de que él era mi punto de ira igual que mis compañeras y yo lo fuimos el año pasado.

Y es que el año pasado por estas fechas me llamaron por teléfono para notificarme que me había tocado ser miembro de un tribunal de oposiciones, con 28 tribunales era fácil que me tocase, estaba en la lista de suplentes y creí que me iba a librar pero no, no tuve suerte.

El presidente de mi tribunal me localizó en mi puesto de trabajo, lo tenía fácil y me notificó que sí o sí tenía que ir. Lloré, pataleé, busqué mil razones para no ir, solo me faltó ponerme de rodillas, pero como todo fue por teléfono no me iba a ver y no lo hice.

Y allí nos presentamos el mismo día que terminaron las clases,  hablo en plural, por suerte para mi fuimos varias las seleccionadas del cole y podíamos ir y venir todos los días juntas los 240 km diarios que nos iba a tocar hacer en el siguiente mes.

El primer día a las 5 de la tarde todos los que estábamos allí teníamos la misma cara de perdidos, íbamos a tener que examinar a nuestros propios compañeros y eso no es algo que guste.

Nos dieron las primeras normas y nos pidieron que estuviéramos allí el día siguiente a las 7 de la mañana, empezábamos a ver la que se nos venía encima con los madrugones y las temperaturas de casi 40º en los meses de junio y julio en mi tierra.

Y allí que nos presentamos un sábado a las 7 de la mañana con nuestros maletines llenos de bolígrafos de colores, toda la legislación de la comunidad y miles de dudas.

Supongo que todos los opositores que nos viesen llegar nos mirarían con la misma cara que yo miraba esta mañana al segador y pensaría que estábamos disfrutando de lo que estábamos haciendo, cuando en realidad estábamos aterradas, por la responsabilidad que nos habían otorgado, por los recuerdos de las veces que estábamos en el otro lado, muchas, ya que el sistema de oposiciones de educación no es de los más justos del mundo y aunque lleves trabajando tantos años que ya te han reconocido un sexenio y hayas aprobado todos los exámenes varias veces, si no llegas al corte de nota no te sirve y has de volver a presentarte otra vez.

Durante un mes, los madrugones, los kilómetros , el calor y las miradas a veces de enfado, a veces de miedo o terror nos rodeaban sin nosotras poder explicarles que cumplíamos ordenes y que aunque a ellos no les gustase, nosotras cumplíamos ordenes igual que el cortador de hierba que me despierta a las 7 de la mañana y que seguro que le apetecería estar en su casa descansando en vez de cortando hierba.





miércoles, 10 de junio de 2020

" Pisando la hierba "

Ayer me tuve que comprar un ordenador nuevo, el otro llevaba un tiempo dando señales de que iba a durar poco, todo comenzó con la anarquía de la h que no respondía cuando la daba suavemente con el dedo de la mano derecha, porque yo solo utilizo dos dedos para escribir, el dedo corazón de la mano derecha y el de la izquierda, si me vengo muy arriba entonces se me escapa otro de los de la derecha pero dejo de usar el corazón. Es lo que tiene haber aprendido a lo bruto.

La anarquía de la h me causó muchos problemas, sobretodo con las tareas, informes y todo lo que tenía que ver con mi trabajo, me hacía aporrear la tecla hasta casi considerarlo maltrato o tortura.

Después de un tiempo me dolía el dedo y me daba la sensación de que la tecla se reía de mi.

Durante estos meses el ordenador empezó a sonar igual que las casa antiguas en las pelis de terror y cada vez que le abría un crrrr en uno de los lados de la pantalla taladraba mis oídos. No era el mejor momento para escuchar algo así, trabajo todo el día con él y toda la documentación está dentro, actualmente mi ordenador tiene más valor que la reserva federal de los Estados Unidos en las películas cuando Bruce Willis y todos sus amigos las defienden de los malos.

Si la pantalla y todos los cables que tienen dentro se rompen es como si le cortamos la cabeza al dragón, el caos me invadiría.

El caso es que ayer mi adorado informático que me conoce mejor que su esposa que es además de amiga, compañera de trabajo y de andanzas tribunaleras, que contaré otro día, ayer me trajo un pc nuevo.

Para mi ha supuesto un alivio en cuanto a poder trabajar y no perder toda la documentación que he guardado en varios drives, usb, y memoria del nuevo pc, además de dejarlo en el otro que aún resiste.

Pero ahora hemos dejado de aporrear la h para pasar a tener que volver a mirar el teclado porque mis dedos se dirigen a donde antes estaban las teclas que yo ya me sabía y en este están ligeramente separadas y me salen palabras sin sentido, tildes solas en medio de un texto y renglones que no se completan. Anoche intentando copiar y pegar un simple texto terminé insultando al teclado.

Y es que a mi los cambios no me gustan, soy animal de costumbres, de café con leche fría para desayunar, otro café a partir de las once de la mañana que ya hasta tengo el regustillo en la boca a esa hora, de peli a las 22,30 de la noche con mantita en el sofá y de veranos con los pies en la hierba OTWT#89_Walking barefoot in the grass. Caminar descalzo sobre la ... regada, con mi trono silla, mi libro y los amigos, que nos vamos moviendo a lo largo de la tarde buscando la sombra de las palmeras en nuestra mini parcelita en la piscina a la que llevamos yendo más de 20 años.  Y cambiando de zonas dependiendo de las necesidades.

Comenzamos en la zona de pinos en plan novios, porque estaba más retirado de todos y cerca del bar, pasando luego por los sauces llorones que daban sombra para que los bebés estuvieran tranquilitos, a la zona de piscina infantil, a tiro de piedra por si las fieras no controlaban el equilibrio y después a la zona de control y voces para que los críos no hicieran el tonto, desde hace unos años estamos en el fondo norte, la zona de vengo sin hijos y no hay mucho ruido para poder leer o hablar con los amigos mientras nos bebemos un café con hielo.

Este verano peligra esa costumbre y no dejo de pensar en ello, en no poder descalzarme y pisar la hierba, en no poder hablar de críos, sobre todo o de clases, porque los profesores ni en verano lo dejamos, pero eso es deformación profesional, además ninguno jugamos al golf.

Y me angustia tanto cambio, mucho más que el haber estado en casa encerrada durante meses, me angustia el no volver a la rutina, el tener que cambiar mi chip de toda la vida y salir de mi zona de confort.

Me da miedo hacer algo que perjudique a todos los que me rodean. " Miedo a salir del nido" me dijeron el otro día que se llamaba la sensación, es como cuando te rompes una pierna y cuando te recuperas vas caminando como un pato pensando en donde pones el pie para que no te vuelva a pasar, yo he pasado por eso hace unos meses y me costó salir, de hecho he tirado muchos de los zapatos que tenía porque no me parecían seguros y ahora solo uso botas altas que llevan mis pies atrapados con medidas de seguridad similares a las que utiliza un alpinista.

Creo que vamos a tardar en volver a hacer lo que hemos estado haciendo durante años y mucho me temo que igual que voy a tener que aprender el sitio exacto en el que se encuentran las letras de mi teclado me va a pasar lo mismo con mi vida y las nuevas rutinas y si no puedo poner los pies descalzos en la hierba este verano lo tendré que hacer en el suelo de terrazo de mi casa recién regado y decir a los amigos que no hace falta buscar la sombra en el patio y podemos seguir leyendo o hablando de críos o trabajo pero con otra sensación en los pies.

Salir de la zona de confort: Un paso obligado para una vida mejor ...







miércoles, 3 de junio de 2020

Rangos

En mi casa cuando nos sentábamos todos juntos sin guardar las medidas mínimas de separación, compartiendo un trozo de tarta, siempre que se hablaba del pasado, de la guerra,  un tema que en mi familia se ha hablado con todas las generaciones para no olvidar, por lo de intentar no tropezar dos veces con la misma piedra, siempre se recordaba a mi bisabuela Marcela, con su falda negra y su mandil negro, subida en un tren de madrugada con uno de sus hijos recorriendo diferentes lugares para conseguir algunos productos de primera necesidad que después no siempre se quedaban en casa, la mayoría de las veces terminaban en manos de otros que no podían o no querían arriesgarse a hacer el viaje, siempre peligroso, que hacía una mujer con un medio adolescente larguirucho y rubio, que era mi tío abuelo Florencio.

Mi abuela y mi madre me han contado mil veces como se subían al tren de madrugada con un poco de comida escondida entre las faldas de ella y se alejaban de casa a la aventura y a la vuelta en vez de llevar bolsas o paquetes era ella, Marcela, la que se lo iba poniendo todo alrededor de su cuerpo para evitar que se lo robasen.

Entre risas más de una vez he dicho y me han dicho que en eso de suministrar lo que se necesitaba me parezco a ella, tanto como el menor de mis hijos que tiene los ojos verdes como los tenía ella o lo rubio de su pelo, como el larguirucho adolescente que la acompañaba y es que " el que a los suyos se parece, honra merece " que dicen por aquí.

Y es verdad que tengo un don para conseguir cosas, una batería para el coche un domingo por la tarde, unas mascarillas ffpp2 para todos los que me rodean, guantes, que me acuerdo donde venden las cosas y que precio tienen y a veces los amigos se sorprenden porque parezco la wikipedia en cuanto a información que para otras personas puede parecer absurda pero que a mi me ayudan en el día a día.

En estos tiempos que nos toca vivir me ha venido fenomenal toda esta información y todo el material que por un impulso comencé a almacenar no solo para mi, también para los que me rodean tengan o no mis apellidos.

Anoche mientras cenaba una cervecita sin alcohol y un sandwich de queso fundido, la dieta me la salté a la torera después de casi doce horas pegada al pc. Le dije a mi costillo que el proyecto de casa de una sola planta a largo plazo que estamos comenzando a plantear ( él ) yo ya tengo hasta el último clavo puesto, en ese proyecto quería poner placas solares y un aljibe.

Mi costillo que me conoce desde hace casi tres décadas comenzó a reírse y a mirarme. Él sabe que lo de la ecología y el bien del planeta por imposición nunca me ha gustado y que he dicho que ni muerta me compro un coche eléctrico y que yo dijera sin presiones que quería incluir esos dos elementos en nuestro proyecto de vivienda al que solo le falta que nos toque la lotería ( nota mental ir a comprar ) era por otras razones y es que no hay nada peor que te conozcan.

Después del ataque de risa, me preguntó si el agua del aljibe era para hacer un foso alrededor del muro electrificado con la luz de las placas solares y volvió a darle otro ataque de risa.

En realidad parte de razón si tiene, no en lo del foso, sí he pensado en la valla, pero sin electricidad, que si le pasa algo a alguien ya me he informado que puede ser un homicidio por imprudencia, pero son dos elementos que me parecen necesarios y tengo el palpito de que tarde o temprano vamos a necesitar. Cosas mías, que me tengo que repetir cada vez que lo pienso.

Al igual que yo soy una conseguidora nata, en esta vida cada persona tiene una función y ha quedado claro en estos tiempos que quitando los asesores políticos, subasesores y todos esos, los demás trabajadores de la cadena somos imprescindibles y que no deberíamos ser tan ególatras como para pensar que por tener un oficio que requiere una titulación inferior a la que tengamos no tiene el mismo valor que el nuestro, que hubiera sido de todos nosotros sin los transportistas que no han tenido confinamiento, o de los reponedores de los supermercados, de los que están horas y horas en las lavanderías de los hospitales preparando todo lo que damos por hecho que va a estar allí cuando lo necesitemos.

Espero que a partir de ahora cuando miremos a las personas que nos rodean, si alguna vez se nos ha pasado por la mente la egoísta idea de pensar que nuestro trabajo, nuestros estudios, nuestro dinero en el banco nos permitía pensar que podíamos posicionarnos un escalón por encima de otra persona, pensemos que todo lo que nos rodea y nos permite vivir como lo hacemos es gracias a que otro lo ha llevado hasta donde yo con todo tipo de facilidades he podido alargar el brazo y cogerlo.

Que cuando ayer una persona me vio en la calle a las diez de la noche y con retintín me dijo: " vaya, hoy sales más tarde y no has ido a comprar el pan esta mañana,  como se nota que hoy has trabajado " se lo piense dos veces, porque lo que ella no sabe es las horas que durante el día y la noche he dedicado yo a leer y preparar las tareas que después su hija me envía cuando la da la gana o cuando puede, que tampoco la voy a juzgar.

 Y yo me haga la loca, por educación y prefiera hacer como que no he escuchado el comentario y me vaya a dar un paseo porque el dolor de espalda que tengo es ya tan grande como las ondas de un terremoto de escala 7.
                     

                                        Trabajos previos de la VIII Asamblea: Comunidad San Antonio María ...



martes, 2 de junio de 2020

Piedras

                                                      9 mejores imágenes de hi | Frases divertidas, Frases graciosas ...


Me sorprende la facilidad que tiene el ser humano para olvidar.

Que se olvidan los dolores del parto ya lo sabía, la especie se hubiera terminado hace millones de años si eso no fuese así, la primera que tuvo un hijo se lo habría contado a las otras y ninguna hubiera querido pasar por esa " Horita corta " como se dice por aquí.

En mi caso después de una " horita corta " de 108 mil segundos o lo que es lo mismo 1800 minutos, volvía a caer y tuve otro.

También se nos suelen olvidar otros dolores como cuando te pones un segundo pendiente a escondidas de tus padres y tu oreja palpita como si el corazón se hubiera trasladado a esa parte del cuerpo y tienes la sensación de ser la prima de Dumbo por lo inflamada que está, me pasé una semana durmiendo del otro lado, que hasta el roce con el pelo era doloroso, esa sensación ha perdurado en mi mente durante más de 25 años y no tengo más pendientes ni se me ocurrió nunca hacerme un tatuaje ni nada que implicara agujas en mi cuerpo.

El caso es que ahora que ya puedo salir al paseo sin horario por parte del estado, solo por las altas temperaturas de la zona en la que vivo que me impiden pisar la calle desde las 13 h a las 20 h por miedo a morir de un golpe de calor, entre la mascarilla, la gorra, la mochila con el agua y demás elementos parece que más que ir a pasear voy a escalar una montaña de nivel 1.

Cuando salgo a la calle me pongo las gafas de sol y me hago la loca, no me apetece pararme sin respetar las distancias de seguridad con las gente que lleva la mascarilla como complemento de su vestuario:

- Modelo me tapo la papada, bajo la barbilla, para disimular los kilos que hemos puesto en la maratón de series de la fase 0.

- Modelo visera, tapando el comienzo del pelo, para disimular que no me ha dado tiempo a ir a la peluquería y que no soy rubia natural.

- Modelo codo, en recuerdo de las veces que iba en la moto con el casco protegiendo mi codo en vez de mi cabeza, no seré mal pensada y me creeré que al igual que las palpitaciones de mi oreja eran por el traslado del corazón hasta esta parte de mi cuerpo su cerebro se iba al codo cuando se ponían el casco y ahora se han ido hasta allí sus vías respiratorias.

Paseo una nueva ruta, algo que varios transeúntes ya me han recordado y yo ya sabía, en total una media de 8 km de cuestas, es lo que tiene vivir a las faldas de una montaña, o subes o bajas, en plano hay poco y curiosamente es el tramo que más me enfada, porque es donde se han puesto todas las terracitas del pueblo.

Yo que paso con mi mascarilla modelo Hannibal Lecter, negra, con sujeción del velcro detrás del cuello que hace que todos los pelos me den tirones constantemente y agarre a las orejas sin tirones pero que me arranca los cascos cada dos segundos, que me escucho respirar como Sandra Bullock con su traje espacial, con una sensación de que en vez de subir la cuesta del pueblo estoy coronando la cima del Everest por la falta de aire, me enfado hasta límites insospechados en mi, cuando veo acciones tan incivicas que me parecen hasta subrealistas de gente sentada en las terrazas sin respetar las medidas mínimas de distanciamiento, compartiendo pinchos, riendo y hablando como si los casi 30 mil muertos " oficiales " que estoy segura que han sido más, no hubieran existido.

 Como si sus acciones no afectasen a nadie, como si esto ya ha pasado y lo que más me preocupa es si puedo arrimarme a una barra a pedir la caña y el pincho y puedo reservar hotel para ir a la playa como no he hecho nunca, pero que este año es la preocupación nacional.

Con la que ha caído, con la que está cayendo, con la que se nos va a venir encima y la gente como si nada, porque como bien dice Néstor Roulet, " El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra ". Y si puede con algunas de las amigas de la piedra ha añadido alguien muy acertadamente.

Luego nos sorprende que los holandeses nos llamen país de pandereta y fiestas, que tengamos la fama que tenemos, pero no me extraña, si una parte de la población olvida tan pronto las muertes, los meses de confinamiento, las casas donde todos se han quedado sin trabajo, los que se van a quedar sin él a lo largo de los próximos meses y la que se nos puede caer encima si ese sector que olvida tan pronto solo piensa en su placer y en su satisfacción personal.

Y después cuando volvamos a quedarnos en casa, saldremos al balcón a cantar la cancioncita que se ponga de moda y diremos que nos dan mucha pena los muertos.

Con nombres y apellidos los pondría yo en la televisión a todos los que se han ido en estos meses, en horario de máxima audiencia, a ver si así les entra en la cabeza a todos los que ya se han olvidado de todo que esto sigue, que estamos en fase 2 no porque ya no pase nada, estamos en fase 2 porque hay sitio en el hospital para los que van a enfermar.




Pasada de moda

 He buscado la definición de los nacidos en los 70.  Que no es lo mismo que tener 70 y pone que soy un X , no una Xman o xwoman.  Se que mis...