martes, 7 de abril de 2020

El día en que todo se paró.



                                             

El día en que todo se paró y mi clase se quedó vacía, no me dí cuenta realmente de lo que les iba a echar en falta, de las lágrimas que rodarían por mi cara cada vez que pensará en ellos.

Ya he dicho muchas veces que adoro mi trabajo, pero eso no impedía que de vez en cuando remoloneara en la cama y me costase ir a clase, que cuando terminaba el verano me enfadase un poco por tener que volver.

Pero ahora me apetece gritar desde el balcón a todo el que me escuche que quiero volver, que necesito escuchar ese ruido de niños y niñas corriendo por el pasillo y yo diciendo, " no corráis que os vais a caer " o la frase por la que todos me van a recordar " sin abrigo no se sale al recreo "

Necesito escuchar " seño, no tengo lápiz " " seño, quiero hacer pis" " seño, ¿ en qué hora estamos? " seño, seño, seño.

Me niego a terminar el curso sin darles un abrazo y miles de besos a los mayores que este era su último curso y todos han sido míos, porque siempre serán míos, como yo les digo. Una vez que soy vuestra seño lo voy a ser para toda la vida y ellos se ríen.

Y una noche a las tantas me llega un whatsApp de dos veinteañeros que se han hecho un selfie y me lo envían con un " te seguimos queriendo " y me muero de orgullo.

Siempre lloro al finalizar el curso, este año termino con mi grupo de siete años y con los mayores de once y las lágrimas brotan de mis ojos pensando en lo triste de esta despedida.

Quiero volver a clase porque aunque todos los días les preparo tareas y mantengo el contacto con todos ellos no es lo mismo, porque cuando escribo un ejercicio pienso cómo lo explicaría para que uno lo entendiese, el razonamiento tan aplastantes que me daría otro, el cálculo mental que haría el rubio de mi lado y la tímida que vendría luego a mi mesa y al oído me diría, " seño, no lo entiendo, ¿me lo explicas otra vez ? "

No quiero, me niego a terminar así, necesito al que carga pilas viniendo casi cada hora a mi silla y arrima la cabeza como un gato mimoso y yo casi de una manera mecánica le beso y le digo " guapo " y él vuelve a sentarse y continúa trabajando.

Necesito entrar por las mañanas y junto a mi puerta ver como tres filas de clases esperan tranquilos a darme el abrazo de buenos días que en un principio era solo para mi grupo pero que poco a poco ha ido aumentando.

Necesito volver a clase, para seguir con mi vida normal, para hacer lo que más me gusta, que es enseñar, porque enviar las tareas con vídeos explicativos, con comentarios de cada ejercicio, con frases de ánimo está bien, pero no es lo mismo.

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