lunes, 6 de febrero de 2023

Sin control

 Todo el mundo tiene un talón de Aquiles, el mio sin tener que pensar mucho es la visita al dentista, me supera, me produce una ansiedad incontrolable que comienza en el momento que pienso que tengo que pedir la cita y no termina ni después de salir, no vaya a ser que lo que me haya hecho no esté bien y tenga que volver. 

Mi nuevo dentista no ayuda a bajar mi nivel de ansiedad, creo que es una venganza por ser yo seño de su antiguo cole de primaria, no recuerdo haberlo castigado nunca, pero parece que él si.

El caso es que mi joven dentista es de los pocos que trabaja en absoluto silencio, creo que susurra a su ayudante los objetos que necesita o yo soy incapaz de entender lo que dice.

En el rato que me tiene bajo su poder mi mente pasa de cantar canciones infantiles ( es una manía desde mis primeras visitas ) a gritar de terror como en una película gore. 

Pero él no se entera porque todo pasa en mi cabeza, él solo me ve apretar una servilleta de papel con las dos manos como si quisiese matar a alguien.

Y es que en mi mundo reglado, en el que tengo que tener bajo control todo lo que hago, que una persona tenga sus manos dentro de mi boca y yo no sepa lo que me está haciendo sobrepasa mis límites. 

Pero él no lo sabe.

Para él yo soy la señora mayor que cumple a rajatabla todos los tratamientos y citas y aprieta una servilleta.

Mejor no le digo nada que por una vez que me atreví a comentarle el miedo irracional a que se le fuese cualquiera de las herramientas que suele utilizar hacia mi lengua y me la destrozase, me dijo que podía pasar, que no era tan irracional. Así no me ayuda, la verdad.




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