La naturaleza se ha recuperado más en estas nueve semanas que en años y años.
Los seres humanos no nos hemos extinguido ya porque somos muchos, pero nuestra tendencia es la autodestrucción, en cuanto salgamos del lío en el que nos encontramos y podamos volver a ir a cualquier parte comenzarán los incendios, la basura por todas partes y la naturaleza será la que vuelva a estar enferma. Una pena.
Como no puedo salir de mi localidad para dar el paseo he empezado una ruta de calles, plazas y barrios a los que no iba hacía años. Este era uno de esos sitios, curiosamente está a menos de 10 min de mi casa.
Mientras paseaba me he parado a pensar en la suerte de vivir en un pueblo, además de disfrutar del silencio, de la naturaleza, en esta pandemia la tasa de infectados y de mortalidad ha sido infinitamente inferior a la de las ciudades.
Eso no evita que tengamos que seguir todas las medidas de seguridad y normas que se han dictado para protegernos, aunque es un inconveniente también, ya que en cuanto la circulación de las personas sea libre por todas las comunidades nos vamos a llenar de gente que lleva el confinamiento entre cuatro paredes de un piso, viendo la casa del vecino casi sin cumplir los dos metros de distancia saludable entre ellos.
A ver si todas estas semanas de encierro nos han dejado algo de tiempo para poder pensar en las cosas que podemos hacer o en las que no debemos hacer para mantener la naturaleza que nos rodea un poquito más sana y seguir disfrutando de vistas como esta.
Si subís el volumen se escucha a los pájaros.
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