Anoche lloraba mientras abrazaba una vieja manta.
Lloraba y la olía, cerraba los ojos y recordaba, tantas cosas en un lugar muy especial.
Anoche lavé una vieja manta, de esas que se ponen bajo las camas para proteger el colchón, y al sacarla para tenderla me vinieron a la mente miles de recuerdos, miles de momentos que no van a volver.
Porque esa manta olía a mi abuela, a su casa, a su sofá con el brasero de picón que tenía tizones, a esas tardes las dos solas hablando, o simplemente estando sentadas mirando por la ventana.
Esa ventana que no ha vuelto a ser la misma, esa casa que no huele igual.
Ayer durante unos minutos volví a estar con ella y no la quería dejar escapar.
No pretendo ser la mejor, tampoco la más leída, solo plasmar por escrito lo que pienso, un saludo y gracias por leerme.
martes, 4 de noviembre de 2014
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las canas
Hace tiempo que no entro, tanto que he tenido que actualizar la contraseña, quizás mi vida esté cambiando y no necesite reflejar mis pensam...
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Nido de golondrinas en la puerta del almacén de la piscina a la que vamos.
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