pero sus miedos no se alejaban.
Vivía en un laberinto de miedos,
de lágrimas, de dudas, de angustias.
Corría y corría mientras lloraba,
cuanto más corría, más se apenaba.
Era su vida un huracán, un tornado,
una elipse sin principio ni final.
Corría y corría mientras lloraba,
y notaba como se ahogaba.
Sus manos levantaba pero nadie la ayudaba,
su voz se agotaba, su grito se apagaba.
Corría y corría mientras lloraba,
y sentía que todo se acababa.
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