Cuando recuerdo mi infancia, se me dibuja una sonrisa en la cara.
Fue una infancia de pies descalzo, de manos en el barro, de campo, de montañas, de amigos inseparables, de libertad.
Esas que te dejan huella para siempre, que te marcan el carácter, que te ayudan a apreciar todo lo que te rodea, a valorar las cosas sin valor, a jugar sin nada, a soñar.
Cuándo recuerdo esos días, añoro las sensaciones, la felicidad, la alegría con la que lo hacía todo, la tranquilidad, el cariño, el aprecio, el respeto a los demás.
El mundo era nuestro patio de juegos, la naturaleza nuestros juguetes y las casas solo servían para comer y dormir.
La televisión no era algo que nos importase, los juguetes no hacían falta, estar limpios no entraba en nuestros planes.
Pero todo cambia y las circunstancias mandan y un día subí a un coche que me alejaba de allí, ese día lloré tanto que mis lágrimas podían haber apagado un fuego que se veía a lo lejos.
Ese día mi alma se dividió y una parte se quedó allí para siempre.
Ahora cada vez que paso junto al camino que me llevaría allí otra vez, mi corazón se acelera y reprimo las ganas de girar el volante y volver a recordar, a soñar, a vivir aquellos años felices, aquella infancia.
No pretendo ser la mejor, tampoco la más leída, solo plasmar por escrito lo que pienso, un saludo y gracias por leerme.
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las canas
Hace tiempo que no entro, tanto que he tenido que actualizar la contraseña, quizás mi vida esté cambiando y no necesite reflejar mis pensam...
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Nido de golondrinas en la puerta del almacén de la piscina a la que vamos.
sabes que se puede entrar? tiene un camino de acceso al río. La semana pasada comentaba yo que un día podíamos ir, aunque no creo que las casas estén ya, está todo plantado de nogales para madera... es... cómo decirlo? e "farmville particular de Florentino Pérez".
ResponderEliminarsi, lo sabía, podíamos ir las tres un día.
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