lunes, 25 de febrero de 2013

" Un café descafeinado "

Sentada en mi cafetería preferida, con un trozo de pastel y un descafeinado, con mi pelo rizado, me doy cuenta de la cantidad de cambios que he hecho en poco tiempo. Como tarta, tomo café sin cafeína y dejo que mi pelo se muestre tal y como es y no como me gustaría que fuese.  

Sentada espero a que llegue una de mis mejores amigas, a la que conozco hace décadas y que el destino hizo que nuestra vida como adultas, como madres se realizase en la misma localidad, en la misma calle.

Mientras me relamo la cuchara con un trozo de tarta, porque es algo que hace mucho también que no hago, me doy cuenta de lo que valen los pequeños detalles, las cosas que si las haces todos los días casi carecen de valor, pero que cuando las cuidas, las aprecias tienen un sabor diferente.

Me doy cuenta de lo mucho que cuesta conseguir algunas cosas y lo fácil que pueden perderse.

De las vueltas que da la vida y no siempre para peor, de todas las cosas que están por venir y que ni imagino.

Sentada tranquilamente, sin prisa, porque tengo casi una hora para disfrutar de mi descafeinado, de mi tarta y de la buena compañía de una amiga, decido no pensar en todas las cosas que me preocupan, en todas las cosas que me apenan y descansar.

Porque los días son largos, las penas vienen sin que las llames y las alegrías no pasan todos los días.

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