"¡¡¡Estoy bien!!! y ¡¡¡¡Nooo he bebido!!!.

Esa podría ser mi frase, tengo un grave problema con el equilibrio, paso más rato levantandome del suelo que andando sobre él.
Me he caído de todos los sitios imaginables y no tan imaginables.
De cría no tenía rodillas, eran postillas, pero lo normal es que según te haces mayor las cosas mejoren, en mi caso, nada es norma, y las caídas no mejorarón yo diría que fueron a más.
Tres torceduras de tobillo en un año, un dedo roto al confundir una piedra con un balón, múltiples tropezones, impactos contra todo tipo de muebles y mobiliario urbano, incluso contra una farola.
Una vez al entrar en la discoteca del pueblo, dí un salto y zas!!, choqué contra el techo, mira que es raro y difícil chocar contra el techo de una discoteca, pues a mi me ha pasado.
El primer día en la universidad, terminé haciendo un giro de 180º en la entrada de la facultad, ante la mirada perpleja de los que iban a ser mis compañeros durante tres años.
Ahora que soy mayor, continuo en la misma línea, rebalones, tropezones, caídas, el verano pasado me torcí los dos tobillos en la misma caída.
A la salida del trabajo, en plena hora punta resbalón y caída sonora, y antes de ayer a la salida de la plaza otra vez, creo que van a pensar que estoy orando, de rodillas con los brazos en el suelo.
Y lo más gracioso en que no bebo, si bebiese tendría una justificación, el otro día en la plaza, tardé menos en levantarme que en caerme, mientras gritaba, "¡estoy bien, no he bebido!", luego me dijeron que un rato antes otra chica se había caído y había dicho algo parecido: "¡ eeestooyy biieenn, nooo hee bebiiidooooooooo!"